
No recuerda el día en que nació, tampoco mucho de su infancia, solo la educación que recibió.
"Si no soy capaz de retener ningún recuerdo, no sería tan importante para empezar" pensó.
Sin embargo, a partir del momento en el que empezó a trabajar, las memorias le resultaban más claras. Su existencia era como la de cualquier otro caelestial, una vida con poco movimiento y un puesto aburrido. O eso fue hasta que esa paz fue interrumpida por la guerra.
Acabó de refugiado en el continente de Thenos y un nuevo mundo le fue descubierto.
Lo cual no significaba que lo entendiese.
Y no lo habría hecho de no ser por la ayuda de una señora con la que estaba en uno de los campamentos, quien se dedicó a enseñarle sobre el comportamiento de las diferentes razas y el funcionamiento de otros países. Hasta día de hoy se lo agradece.
Al poco tiempo se hicieron buenos amigos y ella terminó por mostrarle lo que más la apasionaba en el mundo, la moda. Le contó de todo un poco, y lo que le interesó especialmente fue que siempre cambiaba y que podía representar como se sentían las personas.
Cuando terminó la guerra la mujer le preguntó si tenía algún lugar en el que quedarse y, ante su respuesta negativa, le propuso ser su discípulo. No había pasado por alto el interés que demostró hacia el tema, además de no tener hijos que heredasen su negocio y de encontrarse demasiado mayor.
Ciro, sin entender muy bien lo último que dijo, aceptó igualmente pues ella le enseñó que un trabajo podía ser divertido. Tal y como a él le hacía feliz dar vida a los diseños que confeccionaba su mente, deseaba transmitir ese sentimiento a los demás.
Actualmente ocupa un cargo como diseñador en una tienda de ropa con aquella primera amiga que hizo en la guerra que cambió su vida.
